o financiar espectáculos que rozan lo patológico (como la práctica totalidad del teatro que se exhibe en Barcelona) con la excusa de que son populares, oculta la impotencia de los funcionarios para poner en pie una producción inteligente. Tratan de evitar críticas de la izquierda mediante el fantasmón del pueblo o de la tradición popular catalana, mientras ofrecen cifras de asistencia (...), cifras que podrían multiplicarse por 10 si se decidieran a financiar una ejecución pública, el espectáculo más popular