que los plasma, la que forma en el aire su voz y sus lamentos. Así la molinera adúltera del cuento -que ha amarrado el cadáver del marido asesinado al tramo inferior del eje de la turbina del molino, donde queda girando sin descanso hasta que el turbión del agua acelerada acabe de corroerlo y dispersarlo- se ve noche tras noche turbada en mitad del sueño y atormentada en el desvelo por la voz del marido, que repite: "María, María