se vida no es como una novela, y saca a Felipe Arcea, el hombre gastado y atormentado pero muy espiritual y al mismo tiempo protector de la mujer, un verdadero personaje de novela. A las presentaciones en sociedad, ya se celebraran en casas particulares, si se trataba de una familia muy pudiente, o en algún casino o círculo recreativo, acudían tantas chicas vistiendo sus primeras galas de mujer en aquella misma fecha y todas tan peripuestas, tímidas y anhelantes que la