llegado. Un viejo que servía café me dijo en voz baja: --El conserje le quiere hablar. El conserje me pidió que lo siguiera hasta un saloncito, donde el gerente me atendería en seguida. Mientras esperaba, empecé a cavilar. Se me ocurrieron hipótesis que tuve por descabelladas; muy pronto descubriría, sin embargo, que la imaginación no puede competir con la realidad. Lo que el gerente del hotel, hablando en tercera persona, en un tono cortés y muy