El Sabahoz exigía a sus guerreros dar al anatema todo cuanto constituía o representaba al enemigo derrotado, desde sus bienes hasta sus dioses. El rey Acab fue incriminado y maldecido por los profetas por dejar ir con vida, después de haberlo derrotado, a Ben Adad de Damasco, sin que ni siquiera hubiese disposiciones previas al respecto como las que había habido en la conquista de Canaán. La guerra del Sabahoz no era un conflicto entre partes, sino algo así como la ejecución