- (Ríe.) Aquí tenías una sonrisa entre maliciosa y altiva. EMILIA.- Dos cualidades que adquieres forzosamente en el matrimonio. ADELA.- ¡Qué diferentes somos! Anoche lo pensaba: por fuera vas cambiando y lo notas, pero por dentro te transformas y ni te das cuenta. Hasta que un día, ¡sorpresa!, compruebas que las peores arrugas no están en tu cara, sino en tu cerebro. Y no digo el corazón porque ya ni