EDUARDO.- ¿No te enfadas? EMILIA.- Mucho. ¿No lo notas? Pero te perdono. EDUARDO.- ¿De veras? ¿Sinceramente? EMILIA.- Por completo. EDUARDO.- No fue nada. Bobadas. Lo comprendes, ¿verdad? EMILIA.- Claro. ¿Quién no comprende una cosa así? EDUARDO.- Lo que pretendo decirte es que, pese a todo, tú has sido siempre primordial. Mi único y