lo alta. Pero sí podías hacer algo que, aunque no pareciera tan importante, a mí me llenaba de asombro, pues conseguías que sucediera ante mis ojos, mostrandome así una realidad muy diferente de aquella otra en la que se movían los demás. Y con frecuencia me preguntaba si yo, al ser hija tuya, no habría heredado también esa fuerza que sólo tú parecías poseer. Un día te lo pregunté a ti directamente: "No sé --me dijiste--