se era inevitable. Ahora me preguntaba con asombro si ella se habría enamorado de él. En realidad yo no sabía de una manera precisa en qué consistía ese sentimiento. Se me aparecía como envuelto en una nebulosa y despertando en quien lo padeciera un impulso desconocido e incontrolable. Era para mí algo misterioso y casi diabólico que, sin embargo, veía nimbado por un aura de inocencia que irresponsabilizaba a los amantes. Y me preguntaba si nuestro padre se habría enamorado también de ella