hasta ese horrible sentimiento egoísta me produce un placer sin igual, un placer de zorra. Pero yo te lo juro, amor mío: sabré ser baronesa y fingiré la devoción y la mayor exigencia moral. No sabes cómo también me atrae esa dedicación. Aunque no fingiré jamás que te amo, ni estaré pesarosa y avergonzada de una cosa que tanto deseas: esta cola... ¿Cómo has dicho? Ah, sí, esta cola tupida y hermosa, de un gustoso color