durante los días en que me sumergí entre imágenes que te habían visto crecer y que continuaban allí, indiferentes a tu muerte, presentandome el escenario de una vida tuya que yo ignoraba. Cualquier objeto albergado bajo aquellos techos conventuales me impresionaba vivamente. Parecían venir desde un tiempo que te pertenecía, adquiriendo así una intensidad mayor que lo real. Como una sonámbula, seguí a tía Delia hasta su habitación. Me pidió que la ayudara a deshacer su maleta, quizás para ahuyentar