escalera que venía a quedar justo en frente del ángulo que miraba al sur. Me encontré en un cuarto idéntico al de un rato antes, con una particularidad que me extrañó: como si el cuarto se hubiera dado vuelta mientras yo bajaba, el ángulo, que ahora estaba viendo del lado opuesto, miraba como el del otro cuarto, hacia el sur. Había un detalle más increíble todavía: cerca del piso, una telaraña igual. Esa telaraña fue demasiado para mí.