su vestido. Y así, simulando que llevaba una falda estrecha, dio algunos pasos nerviosos por la carretera, hasta que se salió de los zapatos pues eran enormes para sus pies. Mientras tanto yo la miraba muy seria, sin acompañarla en absoluto en su juego. --Cuando sea mayor, llevaré siempre tacones --me dijo acercandose de nuevo a mí. --Yo también --le respondí animada, al verla dispuesta a hablar. Después añadí--: Me