lele restos al monasterio de San Lorenzo de El Escorial, la Falange ya se había adulterado, unificada bajo el control del Régimen, y muchos de sus miembros se habían convertido en inoperantes corifeos del ganador glorioso de la Guerra, que, vestido con camisa azul y saludando brazo en alto, ostentaba el mando del viejo partido, titulado ahora con un nombre más largo: FET y de las JONS. Los militantes menos acomodaticios y más difíciles de domesticar, a quienes empezó