la. --Magda, ¿no te estoy hablando? Aumentaron las risas burlonas o al menos así las escuchó. --Magda, ¡sube inmediatamente! "Salieron a la calle --pensó-- esto sí que ya es demasiado" y descendió de cuatro en cuatro la escalera, cepillo en mano. En el jardín las niñas seguían correteándose como si nada, el pelo de Magda volaba casi transparente a la luz del primer sol de la mañana, un papalote tras de