me el beauty shop del Hotel María Isabel pero ¿por qué estaba tan endiabladamente lejos el salón de belleza? Hacía mucho que no se veían grandes extensiones de pasto con casas al centro, al contrario: ni árboles había. Laura siguió avanzando, el monedero de Silvia fuertemente apretado en la mano; primero, el cepillo, ahora el monedero. No quiso aceptar una bolsa, se había desacostumbrado, le dijo a su amiga, sí claro, se daba cuenta que sólo