--No le cuentes a nadie lo que me has oído decir cuando pensé que se acababa el mundo. No lo tenía preparado y ahora me siento un poco ridículo. --Y no te falta razón --dijo ella pasando de la ternura al menosprecio. Todavía pendía mi suerte del hilo del toma y daca internacional cuando se abrió una vez más la puerta e hizo su entrada en la sala ni más ni menos que el comisario Flores. --¿Cómo vamos? --preguntó