y castigado, se aproximó a la puerta y, desde el pasillo, consiguió distinguir algo de lo que decía. «¡Dónde los has metido! ¡Qué has hecho con ellos!», preguntaba con acritud, pero sin alzar demasiado la voz. A cada acusación seguía un breve intervalo de silencio y, las escasas veces que la abuela contestó, Miguel la imaginó hablando para su pecho, con la vista clavada en el suelo. Su voz sonó ahogada cuando exclamó
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ALZARI.2 - (Fig.) Aumentar o subir [el tono de la voz]