mismo de haber traicionado a los suyos, que habían muerto en las cárceles o estaban muy lejos de España, mientras él vivía sin ningún tipo de problemas junto a su mujer. A su lado no era feliz, por eso se comportaba así. Ella, sin embargo, fue siempre tan paciente, tan resignada. Nunca se quejaba de nada, había nacido para víctima. Cuando se la veía con una moradura en la cara, decía que se había dado un golpe contra