Rugeroni se levantó y se acercó a la puerta que daba al otro cuarto. --¿Qué está por hacer? --preguntó Melville. --Con su permiso, abrir la puerta. Salir de dudas. Nada más fácil. --No mintieron porque no hablaron. --¿Por qué no hablaron? Eso es lo que yo quisiera saber --dijo Rugeroni y resueltamente empuñó el picaporte. --No se los vio más. Desaparecieron. Dejaron de existir. ¿Entiende? --