agradecer --dijo Johanna. Se fue. Oí que cerraba una puerta. --No entiendo --dije como un autómata. --¿Porque usted la quiere ? Nosotros también nos queremos. Murmuré: --Yo pensé que ella... Al notar que yo no concluía la frase, dijo: --Ya lo sé, y me hago cargo: debe de ser penoso. Permitame ahora que le explique cómo veo el asunto.