Y, sobre todo, por qué se frotaba tanto los párpados, por qué asentía con una sonrisa al mismo tiempo indudable y humillada, y tan frágil, tan mortecina. El de la cara de niño se puso en pie y paseó gravemente por la habitación, sin cesar ni un segundo de hablar. Arrojó al suelo una colilla encendida, tenía los modales típicos de los maleantes. Después señaló al abuelo con un dedo y exhibió de nuevo el papel. Miguel no logró
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PASEAR - Caminar por distracción o ejercicio, llevar a alguien por distintos sitios