selas veces, pero acepta las normas de sus superiores.» Estudiaba, obedecía, cumplía con sus obligaciones. A veces se evadía. Por los vitrales del aula se filtraba una luz que se deshacía en colores sobre su pupitre. David colocaba las manos sobre la madera y las manos se volvían azules, verdes, rojas, del color de los cristales emplomados. En la tarima alguien hablaba de conquista, de imperio, de indios cristianizados... Se perdía.