más originales, y ahora precisamente en Nueva York, en una colectiva, iba a ser exhibida alguna de sus obras... Ella lo había mirado con sus ojos sin sombras y había asegurado: «Me gusta mucho.» Lo había colocado sobre un mueble y le había invitado a una copa para pedirle luego: «¿Te importa acompañarme?», y él la había seguido con la copa servida en una mano; la había acompañado hasta el rincón del parque