Temblaron las luces, y si se apagaran del todo, el ama entraría con una palmatoria, encendería velas en candelabros de plata o de cristal, los colocaría entre los dos y la escena se convertiría en lo que realmente era: un encuentro terrible entre dos seres que luchan por un muerto. Con ira contenida, Genoveva siguió hablando de la madre de David: --No puedo soportar su papel de plañidera. Llora y llora sin el menor autocontrol... Todo el desdén del