Les esperaban ante el mostrador y bebían sus vinos entre risas. Se reían de lo que se contaban o porque también ellas se sentían exaltadas por la lujosa plenitud del día. Allí estaban las dos, pero David y Julián fueron a colocarse cerca de Annick, flanqueándola cada uno por un lado, tratando cada uno de triunfar sobre el otro sin pretenderlo, sin saberlo, absortos, como estaban, en su fascinación... Annick sonrió a David. Miraba deslumbrada