tan hondo amor viril, misteriosamente encarnado en la piedra. Interroga de igual a igual porque, si él hubiera cogido un cincel alguna vez, así se hubiera enfrentado con la roca de su montaña. Al rato desiste, aunque le cuesta trabajo marcharse sin saber más, dejando tras de sí a esa pareja de guerreros, como dejó en Villa Giulia la de etruscos; y eso que ahora es lo contrario. ¿O sólo lo parece? Pues las dos esculturas le