. No quería ocupar el lugar de mi madre. No debía quedarme en una casa de hombres al servicio de todos. Y creo que acerté. Todos buscaron sus salidas. Mi padre, el único que a veces me hacía dudar de la bondad de mi dureza, ya ves, ha renovado su destino. Ya no está solo y debe agradecer mi deserción. Si me hubiera quedado sería un anciano tierno, dependiente, quejumbroso, que hubiera destrozado mi vida. Ahora