la tarde, Carlos llamó por teléfono y Miguel, de un modo casi instintivo, entró en el cuarto de baño. Una vez dentro, corrió el pestillo interior y abrió al máximo el grifo de la bañera, que empezó a expulsar agua con gran estruendo. Este no fue suficiente para impedir que oyera a su madre llamandole desde el pasillo, pero sí para que pudiera fingir que no entendía lo que decía. Por fortuna, ella desistió pronto de seguir intentandolo