, le mantendrán convenientemente tendido bocabajo, con las suelas de sus botas plantadas en diferentes partes del cuerpo mientras el vehículo se dirige a la correspondiente comisaría de policía y atraviesa en tromba la ciudad haciendo sonar la endiablada sirena. Si intenta moverse inconsideradamente, se subleva contra aquel trato propio de negro indocumentado y, con una temeridad e inconsciencia rayanas a la estupidez congénita o el cinismo, profiere rencorosos insultos y aserciones mendaces, sus cuatro acompañantes interrumpirán la anodina conversación sobre dietas,