que me parecen fundamentales para marcar las diferencias con lo que sucede hoy. En primer lugar, a los amigos nunca se les saludaba dandoles un beso, sino la mano. También el lenguaje era deliberadamente circunspecto y elusivo, sin rozar nunca lo escabroso. A un chico a quien se le escapara un chiste atrevido o un taco delante de una señorita, se le catalogaba inmediatamente como un grosero. Ella, por supuesto, ponía cara de no entender. Una de las
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ROZAR.2 - (Fig.) Parecerse o estar muy próximo [a algo]