la parte «teórica o de formación». Este título era, en verdad, demasiado pomposo si se compara con la vacuidad de unos discursos que, empezaran por donde empezaran, siempre llegaban a la misma moraleja: la de que esquiváramos la galantería, que era, según José Antonio, una estafa y un soborno para la mujer. En su arenga de 1935 a las mujeres de Don Benito, donde estableció que el hombre es «torrencialmente egoísta» y cuyo texto se