la no ser que concurran circunstancias muy graves de orden religioso o moral que lo aconsejen... Tú no debes aspirar a mandar y decidir... Procura ganarte el cariño de tu suegra a base de «saberla llevar». Nada te cuesta poner una cara sonriente y agradable. Volvemos a lo de siempre, a la prédica de la sumisión y la sonrisa. A un hombre, en el fondo de su alma, podían hartarle estas ñoñeces y estar deseando la vehemencia