te, esos aires que se da, revelan que, en el fondo, él sólo quiere escapar de su condición de gentilhombre pobre. Su remedio es convertirse en un salvaje. Está visto que sus salvajadas, sus excentricidades, te atraen. ¡Oh, las mujeres! ¿No crees que lo suyo es pura fantasía, divagación de su temperamento sanguíneo? BLANCHE.- Eso está por ver. ELIN.- ¿Por qué le has llamado? Está bien,