selase de unas enormes tijeras de podar que cuelgan de la pared. Con ellas en la mano, se vuelve triunfante hacia los demás.) JOSE.- ¡A ver quién es el guapo que me sujeta ahora! (Rafa avanza hacia Jose, tranquilo, sonriente, queriendo poner paz a base de serenidad.) RAFA.- Yo. En este cotarro, el guapo soy yo, mientras no se demuestre lo contrario. Y ahora mismo me vas a