tía Elisa, al no poder localizar a nuestro padre, había notificado su huida a la policía. Al descubrirle de nuevo en casa, salvado de todo peligro, le miré sorprendida y emocionada. Me pareció un soldado cualquiera que regresaba, derrotado, de una guerra que no le concernía. Subía la escalera de la torre sigiloso como una sombra. Corrí tras él, llamandole en voz muy baja para que todavía nadie le descubriera. Dejó la maleta en el suelo