sese de madrugada, y por eso decide ver a Brunettino antes, en la primera hora del niño. Así, cuando cesan los ruidos en el cuarto de baño y el matrimonio se retira, el viejo coge su manta y se traslada cauteloso a la alcobita. Allí besa delicadamente al niño dormido y le desea una vida larga y colmada, inclinandose sobre él como un sauce. Luego se sienta en el suelo, se envuelve en su manta y se apoya contra