nueva, dura y cínica. Un día te vi llegar muy tarde, casi de noche. No habías venido a comer. Sin duda creerías que nadie te esperaba. Te vi entrar por la cancela. Venías tambaleandote. No andabas, sino que te dejabas caer alternativamente sobre una pierna y otra. Por primera vez sentí que me habías abandonado. Un día se fue Josefa y así desaparecieron los pocos cuidados que ella prestaba a la casa. Yo me encargué de regar