muerto. ¡Yo-hoho! ¡Y una botella de ron! De dónde había sacado aquellos doblones, cómo los había conseguido. Agus los miraba fascinado y no cesaba de hacer preguntas. Miguel estaba tumbado en la cama y se había colocado una moneda sobre la frente y otra sobre la barbilla: si hablara se le caerían. Pero Agus insistía, dónde los había encontrado, y terminó quitandoselos para que pudiera contestarle. Miguel se revolvió con agilidad y al instante