sela porque ella presume de que el niño al fin se acostumbra a dormir solo, pero soy yo... ¡ Lo que me cabrea es que así quede bien el maldito dottore!» La táctica ya está en marcha; el niño ha aprendido la maniobra. El viejo se la explicó bien clarita teniendole en brazos, que es como los niños comprenden mejor: «Si viene tu madre estando tú despierto y yo me escondo bajo la mesa, ¡ no me señales