dirá --continúa el viejo-- que así vas dependiendo menos de ellos... ¡Pobrecilla! ¡Si no es eso!... Como no sabe que yo te voy enseñando a defenderte, no comprende que tu adelanto es que vas aprendiendo lo principal de la vida, niño mío: que o te haces fuerte o te pisan el cuello. Por eso te lo repito cuando te tengo en brazos: que te aproveches del mundo, y que no te dejes manejar y,