se contextura hogareña» que encomia el texto antes citado), también se practicaba la enseñanza de invernadero. Las chicas decentes eran aves de corral, no ganado transhumante. «¡Quita, quita!, las niñas en la calle no aprenden nada bueno», sentenciaban las señoras, haciendo un gesto de asco con la nariz. Los contactos con gente de clase social inferior se consideraban menos evitables y perniciosos en el caso de los niños, cuyo talante aventurero y curioso era