laslo muchas conversaciones femeninas, a las que daba pasto la consulta asidua de figurines y de revistas especializadas. Eran costumbres que con distinto matiz estaban arraigadas en todas las clases sociales Tanto la chica modesta que se hacía su propia ropa porque había aprendido Corte y Confección como las señoras y señoritas que la encargaban a modistas de mayor o menor prestigio, vivían en perpetuo contacto con el mundo de la costura. Las revistas para chicas dedicaban varias de sus páginas a complementar las lagunas