silla con su mantón de Manila.) Dios nos bendiga, qué ideales somos. TODAS.- ¡Por fin! (Se dejan caer, agotadas, cada cual en su silla.) PALOMA.- Este mantón se lo regaló a mi abuela mi abuelo, que fue el último gobernador de Filipinas. Tenía ya ocho hijas y estaba de chochillos hasta aquí. Y le dijo en el noveno embarazo: «Si tienes un machito, no te faltará con que envolver